Nuestra historia

Una cueva con alma de mujer

Esta cueva no es solo piedra y silencio: es memoria viva. Perteneció a mi bisabuela, la comadrona del pueblo, reconocida por su dedicación y buen hacer. Dicen que fue una mujer fuerte, querida por todos, que cuidó este hogar con esmero, manteniéndolo siempre impecable y lleno de vida.

Con el paso del tiempo, decidimos recuperar esta vivienda tan especial y abrir sus puertas para que otras personas pudieran vivir la experiencia única de habitar una casa cueva: un espacio fresco en verano, cálido en invierno y lleno de encanto natural. Un hogar distinto, conectado con la tierra y con la historia.

La restauramos con cariño, en familia, respetando su esencia y cada detalle que la hacía única. Fue un proceso lleno de emoción y recuerdos, que nos permitió mantener viva una parte fundamental de nuestras raíces.

Hoy seguimos con la misma ilusión del primer día, y te damos la bienvenida a esta cueva que lo inició todo: un lugar con historia, con alma, y preparado para que te sientas como en casa desde el primer momento.

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